El gobierno de España está impulsando una controvertida ley de amnistía para los separatistas catalanes a pesar de las acusaciones de que la medida amenaza la imagen del país como destino de inversión. El primer ministro Pedro Sánchez, que cortejará a líderes empresariales en Davos el miércoles, se aseguró otro mandato en noviembre al llegar a un acuerdo para indultar a los políticos separatistas involucrados en un referéndum ilegal de independencia celebrado en Cataluña en 2017.
El acuerdo ha sido recibido con feroces críticas por parte de sectores de la élite empresarial del país, que han calificado la amnistía como una estratagema cínica que socava el Estado de derecho y crea una inquietante sensación de incertidumbre que puede ahuyentar a los inversores. “No estoy en absoluto de acuerdo con la amnistía”, dijo la semana pasada Antonio Garamendi, director de la CEOE, el principal lobby empresarial de España. “Y te voy a decir que el 99,9 por ciento de los empresarios españoles tampoco están de acuerdo”. La CEOE ha advertido anteriormente que el acuerdo de amnistía, al que se opone la mayoría de los españoles, está “creando un clima empresarial cada vez más complicado” y corre el riesgo de provocar un “deterioro de nuestra imagen en el exterior”.
El presidente de Mercadona, el grupo de supermercados más grande de España, dijo el año pasado que la amnistía estaba creando “división entre los españoles”. Los directores ejecutivos del prestamista Bankinter y de la aseguradora Mapfre también han criticado la medida. Las críticas fueron rechazadas por Sánchez, que se reunirá el miércoles en Davos con los directores ejecutivos de Siemens Energy, Sanofi y Fujitsu, así como con Bill Gates. A principios de semana, el presidente del Gobierno justificó el pacto diciendo que era una “gran noticia” que los separatistas catalanes que querían separarse del Estado español estuvieran participando ahora en su gobierno. Su coalición liderada por los socialistas carece de mayoría parlamentaria, pero los partidos catalanes le dieron los votos que necesitaba para asegurar otro mandato como parte del acuerdo de amnistía.
La amnistía pondrá fin a los casos penales contra varios cientos de líderes y partidarios de la independencia relacionados con el referéndum de 2017, borrando cargos que van desde delitos de orden público hasta malversación del dinero de los contribuyentes. En la turbulencia política que siguió al acuerdo, la semana pasada surgió una nueva amenaza para las empresas procedente de Juntos por Cataluña, un partido separatista de línea dura que encabezó las demandas de amnistía. Una idea planteada por Together en su última ronda de regateos con el gobierno fue penalizar a las empresas que trasladaron sus oficinas centrales fuera de Cataluña durante la crisis de 2017 y no han regresado. “Es ridículo”, dijo Carlos Artal, director general de la sucursal española de Ayming, una consultoría empresarial con sede en París. “La ley europea permite la libre circulación de personas, empresas y mercancías. Va en contra de la ley europea”.
La idea de las sanciones finalmente quedó en el camino, pero el Partido Socialista dijo que estaba abierto a ofrecer incentivos para alentar a las empresas a regresar a Cataluña. También acordó dar a Cataluña más influencia en la gestión de la inmigración. El episodio reforzó una sensación de incertidumbre fomentada por la amnistía, dijo Artal. “Lo que está pasando es que hoy hay leyes [y] reglas, pero mañana podrían cambiar”. El martes, Isabel Díaz Ayuso, jefa conservadora del gobierno regional de Madrid, dijo que el gobierno de Sánchez “gobierna para unos pocos y para sí mismo”.
Como consecuencia, la inversión en España, dijo, estaba “comenzando a caer”. Rocío Albert López-Ibor, jefa económica de Ayuso, dijo al Financial Times que la amnistía “envía una señal de que lo establecido por los jueces y dictaminado por el Tribunal Supremo puede no cumplirse. Esta es una muy mala noticia para el sector empresarial”.
Pero el gobierno rechaza las sugerencias de que el atractivo inversor de España se haya visto empañado. Carlos Cuerpo, el nuevo ministro de Economía del país, dijo en la conferencia del Día del Inversor en España la semana pasada que la inversión extranjera directa estaba “en auge”. Un alto funcionario del gobierno dijo que “estamos trabajando con inversionistas todo el tiempo y no hemos visto absolutamente nada en términos de proyectos pospuestos, retrasados o cancelados”. Pero el funcionario agregó:
“Hay mucho ruido político. No puedo negar eso. Esa es la realidad”. España recibió 34.500 millones de euros de IED en términos brutos en 2022, la segunda cifra más alta registrada, según SIfdi, una consultora de inversión extranjera. El nivel bajó en 2023, pero seguiría siendo “muy alto”, dijo el funcionario del gobierno. En noviembre, Google abrió un centro de ciberseguridad en Málaga y un mes después el grupo petrolero Cepsa y una filial de Maersk anunciaron una inversión de hasta mil millones de euros para abrir la planta de metanol “verde” más grande de Europa en la costa sur. Sin embargo, a algunos funcionarios del gobierno les preocupa que las advertencias sobre el daño a la imagen de España puedan volverse autocumplidas. La amnistía dominaría la política en las próximas semanas porque los socialistas querían que la cámara baja del parlamento aprobara una ley de amnistía este mes, dijo un funcionario del partido.
Ese proceso pondrá de relieve a los posibles beneficiarios junto con las ofensas que se perdonan. Entre ellos se encuentra Carles Puigdemont, el expresidente regional catalán que encabezó el intento de independencia de 2017 y huyó a Bélgica hace seis años para escapar del arresto. Es probable que regrese a Cataluña una vez que se retiren sus acusaciones de desobediencia y malversación de fondos públicos. Sánchez ha presentado el acuerdo de amnistía como parte de un esfuerzo más amplio para “normalizar” las relaciones entre la región y el resto de España. También ha defendido al país como “un lugar ideal para invertir”, con instituciones democráticas fuertes. “En todo caso, la gente nos dice que cuanto menos confrontación con Cataluña hay más estabilidad”, dijo el funcionario del gobierno. “Eso es bueno para los negocios”.
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